En las
relaciones humanas la mayoría de las diferencias y desacuerdos se originan en
la falta de entendimiento entre las personas.
La
comunicación es un arte. Exige algo más que intercambio de ideas; también es un
intercambio de sentimientos, de actitudes, de emociones.
La
empatía en la comunicación:
La empatía
no consiste en ver las cosas desde el punto de vista de la otra persona y estar
de acuerdo con ella. Es una especie de percepción y de comprensión del
comportamiento del otro. Significa comprender al otro, aunque no se esté de
acuerdo con él o no se acepten totalmente sus puntos de vista. La comprensión
del otro conduce a establecer dos principios básicos de la comunicación
efectiva:
- Cualquier
persona tiene una serie de intereses que ha creado para protegerse de ideas no
deseadas. La empatía es la clave para penetrar a través de esa cortina de
hierro que selecciona las ideas de una persona. Cuando se conocen los intereses
de otra persona y se expresan las ideas de acuerdo a ello la comunicación es
posible.
- Las ideas
se expresan con palabras, pero éstas son meras imágenes de aquellas. Mientras
no se conozca bien a una persona, siempre es difícil e imperfecta la
comunicación. La empatía debe ayudar a comprender cómo es una persona y a
hablarle al corazón. Sólo eso es comunicación.
El arte
de escuchar:
La empatía
ayuda a desarrollar una mejor comunicación.
¿Cómo puede
saber cuáles son los intereses de los otros?
Si se
escuchara a los demás, se sabría de ellos todo lo que se necesita saber. Es
imposible comprender a una persona a menos que la escuchemos. Y ello exige
saber escuchar, hay algunos medios que nos pueden ayudar a ello:
Al escuchar
hay que tratar de oír lo que está detrás de las palabras para poder comprender
a una persona.
Evíte estar
a la defensiva. Algunas personas escuchan al principio, con mente abierta, pero
poco a poco la mente se va cerrando y se corta la comunicación.
"Practique
el arte de escuchar". No hay que tener miedo a oír a otros, aunque trate
temas difíciles. Siempre es arduo escuchar temas profundos y sacarle juego,
pero la práctica lo hace más fácil. El que es capaz de callarse para escuchar a
otros alguna vez, aprende mucho de la vida.
La empatía,
identificada con el “ponernos en los zapatos del otro”, implica comprender verdaderamente
lo que el otro siente, sin juzgarlo, para así actuar en consecuencia. Según A. Acosta y J. López Megías, en su
“Cuaderno de educación en sentimientos”:
“Los
sentimientos nos sirven para comunicarnos con los demás, por eso es importante
reconocerlos y expresarlos bien; así conseguiremos solucionar problemas, ayudar
a alguien que lo necesita, pedir ayuda si la necesitamos, etc. Por eso es
importante que la expresión de los sentimientos sea bien reconocida y bien
manifestada pues en caso contrario no podremos reconocerlos en los demás o
comunicárselos eficazmente. Cuando no se reconoce el estado interno de un
interlocutor es difícil poder “acompañarlo”, solucionar conflictos
interpersonales o ayudarle."
Por ello,
la consecuencia de una buena comprensión emocional y del desarrollo de una
óptima capacidad empática, es el respeto real a los sentimientos ajenos y la
elaboración de una adecuada respuesta por nuestra parte.
Para llegar
a comprender al otro e identificar “cómo se siente” podemos emprender dos
caminos:
-La escucha
activa, que necesita que la otra persona, directa o indirectamente, exprese
verbalmente cómo se está sintiendo.
-La
observación atenta, la voz, los gestos,
la expresión del cuerpo o de la cara nos
facilitan pistas para identificar el estado anímico de la otra persona.
-Además, la
comprensión emocional es una tarea de ida y vuelta desde nuestras emociones
hacia las de los demás, y a la inversa, y por supuesto es una tarea que
necesita de mucha práctica.
“Expresando
bien nuestro estado de ánimo nuestro interlocutor podrá hacer lo mismo.
Conociendo el estado de ánimo de una persona podremos actuar en consecuencia y
seremos más eficaces en nuestras relaciones interpersonales. No obstante, unas
personas son más habilidosas que otras para reconocer los sentimientos de los demás
y expresar los propios, pero podemos aprender a mejorar esta habilidad. Para
ello es importante darnos cuenta de la expresión del rostro, del tono de voz,
de la actitud corporal, etc.”
El diálogo
constructivo requiere escuchar atentamente; es decir, tener la actitud y la
disposición consciente de oír y comprender lo que la otra persona está diciendo
o tratando de comunicar, pero también saber expresar. En ese acto, oír y
comprender no significa estar de acuerdo; el otro argumento es una idea más que
merece tenerse en cuenta así no se comparta. Más que de imponer o negar las
tesis contrarias, se trata de abrirse a nuevas posibilidades.
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