Tienes un alma infinita y un ser infinito, pero ese ser infinito se siente prisionero. De modo que, independientemente de lo que hagas, sientes limitaciones por todas partes.
Dondequiera que vas hay un callejón sin salida. No puedes ir más allá. En todas partes hay un limite. No hay un cielo abierto en el que volar. Pero ese limite lo creas tú; ese limite es tu propia creación. Lo has creado por ciertas razones, por seguridad, certidumbre. Has creado un limite, y cuanto más estrecho es el limite, más seguro te sientes.
Si tienes un limite muy amplio, no puedes cuidar de todo él, no puedes estar alerta y vigilante en todas partes. Se vuelve vulnerable.
Estrecha el limite y puedes vigilarlo, puedes permanecer cerrado, no eres vulnerable, te sientes seguro.
La seguridad, la certidumbre, ha creado el limite. Pero entonces sientes una atadura. Así es como la mente es paradójica.
Sigues pidiendo más seguridad y sigues pidiendo más libertad. Ambas no pueden estar juntas. Si quieres libertad, tendrás que perder la seguridad, la certidumbre. En cualquier caso, la seguridad es sólo ilusoria, no existe realmente. Como la muerte va a suceder -hagas lo que hagas, vas a morir-, toda tu seguridad, tu certidumbre, es sólo una fachada; nada ayudará. Pero, asustado de la inseguridad, creas limites, creas grandes muros a tu alrededor y entonces el cielo abierto está cerrado. iY entonces sufres! Y entonces dices: «¿Dónde está el cielo abierto?», y «¡Quiero libertad y quiero moverme!». Pero has creado estos limites.
De modo que esto es lo primero que hay que recordar antes de hacer esta técnica; de lo contrario, no será posible hacerla. Con tus limites intactos, no puedes hacerla. A no ser que dejes de crear limites, no podrás sentirla o hacerla. ... Extendiéndote por todas las direcciones, lejos. cerca. Sin limites, volviéndote infinito, haciéndote uno con el espacio infinito... Esto será imposible con tu mente.
¿Cómo vas a sentirlo?
¿Cómo vas a hacerlo?
Primero tendrás que dejar de hacer ciertas cosas. Lo primero es que, si estás demasiado preocupado por la seguridad y la certidumbre, entonces permaneces atado. En realidad, la prisión es el sitio más seguro. Nadie puede hacerte daño ahí. Nadie fuera de la prisión está tan seguro, tan protegido, como los prisioneros. No puedes matar, no puedes asesinar a un prisionero. Es difícil. Está más protegido que un rey. Vivir fuera de una prisión es peligroso, está lleno de peligros. Puede suceder cualquier cosa. Así es que hemos creado prisiones mentales en torno a nosotros, prisiones psicológicas en torno a nosotros, y llevamos esas prisiones con nosotros, son portátiles. No necesitas quedarte con ellas; ellas van contigo. Vayas donde vayas, tu prisión va contigo.
Estás siempre detrás de un muro. Sólo a veces, muy raramente, sacas la mano para tocar a alguien. Pero sólo una mano...; tú nunca sales de tu prisión. De modo que cuando nos juntamos, simplemente juntamos las manos fuera de las prisiones. Sacamos una mano por la ventana, asustados, temerosos. Y listos para retirar la mano en cualquier momento. Los dos estamos haciendo lo mismo... Sólo se tocan las manos. Y ahora los psicólogos dicen que incluso eso es sólo una apariencia, porque las manos tienen su propia coraza en torno a ellas. Toda mano está enguantada. No sólo la reina Isabel usa guantes; tú también usas guantes para que nadie pueda tocarte. O incluso si alguien te toca, hay sólo una mano muerta. Ya te has retirado, asustado... porque el otro produce miedo. Como dice Sartre: «El otro es el enemigo.» El otro parecerá un enemigo si estás tan acorazado.
Con una persona acorazada no puede haber amistad. La amistad es imposible, el amor es imposible, la comunión es imposible. Tienes miedo. Puede que alguien te convierta en una posesión, puede que alguien te doblegue, puede que alguien haga de ti un esclavo. Temeroso de esto, has creado una prisión, un muro de seguridad en torno a ti. Te mueves cautelosamente, das cada paso cautelosamente. La vida se vuelve una pesadez, la vida se vuelve un aburrimiento. Si eres demasiado cauteloso, la vida no puede ser una aventura. Si estás protegiéndote demasiado, anhelando demasiado la seguridad, ya estás muerto. Así que recuerda una ley básica, la vida es inseguridad. Y sólo estarás vivo si estás dispuesto a vivir en la inseguridad. La inseguridad es libertad.
Si estás dispuesto a estar inseguro, constantemente inseguro, serás libre. Y la libertad es la puerta a lo divino. Asustado, creas una prisión, te vas quedando cada vez más muerto. Y entonces dices: «¿Dónde está Dios?». Y entonces cuestionas: «¿Dónde está la vida? ¿Qué significa la vida? ¿Dónde está la dicha?».
La vida está ahí, esperándote, pero tienes que unirte a ella según sus propias condiciones. Tú no puedes tener tus propias condiciones; la vida tiene sus propias condiciones. Y la condición básica es, permanece inseguro. No se puede hacer nada al respecto. Sólo puedes crear una ilusión, y puedes derrochar tu vida en esa ilusión. No se puede hacer nada al respecto. Todo lo que hagas será un engaño. Si te enamoras, te asustas de que esta mujer pueda dejarte o de que este hombre pueda dejarte. El miedo surge inmediatamente. No tenías miedo cuando no estabas enamorado. Ahora estás enamorado, la vida ha entrado y la inseguridad ha entrado con ella. Alguien que nunca ama a nadie nunca tiene miedo a que alguien le deje. Puede dejarle el mundo entero; él no tiene miedo. No puedes hacerle daño. Está seguro. En el momento en que amas a alguien, ha entrado la inseguridad porque ha entrado la vida.
-Osho-
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