¿Cómo amarse a uno mismo sin dañar a otros?
Practicar el amor sano supone cuidarse a sí mismo para cuidar a otros, ser libre para poder dar libertad, amarse para poder amar.
La palabra “egoísmo” está asociada con una mala valoración y no es para menos, ya que su significado es “el exceso de yo”, es decir, “un exceso de atención en uno mismo acompañado por la pérdida de cuidado o interes por el bien del otro”.
Todos los seres humanos somos egoístas de nacimiento, está en nuestro instinto de supervivencia, pero es de esperar que, a medida que crecemos, maduramos y nos socializamos, el egoísmo se vaya reprimiendo y aflore la empatía, la solidaridad y el respeto hacia el otro.
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo” ni más, ni menos.
Todos somos uno.
Sin embargo, hay muchas personas que son educadas en la cultura de la culpa, y terminan complaciendo o ayudando a otros, incluso, a costa de postergar sus deseos y necesidades, sólo porque de otro modo se sentirían culplables.
Si bien servir a la humanidad es un acto de expansión, totalmente saludable para la armonía de nosotros como comunidad y del planeta en si, hacerlo impulsado por miedos o culpas termina siendo más destructivo que constructivo a la larga.
Primero debemos disolver nuestro ego personal, el sentimiento de separación, debemos entender que somos parte de algo mas grande y que estamos todos totalmente unidos unos a otros, es muy importante aceptarnos y amarnos plenamente a nosotros para poder amar a los demás, debemos hacerlo siguiendo un impulso de expansión y amor y no por miedo a no ser aceptados, culpas, sentimientos de inferioridad, ira, envidia o cualquier otra acepción que nace desde una baja vibración.
Entonces, ¿cómo podremos disolver nuestro ego para expresarnos en pos del bien nuestro y en bien de todos nuestros hermanos….?
Necesitamos comprender la diferencia entre el amor por uno hacia el todo y el egoísmo negativo.
EGOÍSMO TÓXICO
No siempre el ser humano madura psicológicamente ni evoluciona espiritualmente como es de esperar. También, hay personas con graves distorsiones de su crecimiento que se expresan en cuatro actitudes profundamente negativas.
Actitudes negativas
1.- El egoísmo avaro que no quiere compartir nada con los demás y bloquea el paso hacia cualquier forma de colaboración.
2.- El egoísmo posesivo o ladrón que anula o restringe el crecimiento normal de otras personas.
3.- El egoísmo perezoso que se expresa en una permanente apatía, encerrándose sobre sí mismo. Generalmente, va acompañado de muy baja autoestima.
4.- El egoísmo manipulador que se disfraza de una fingida generosidad, pero sólo busca el propio provecho; éste es el peor.
Estas cuatro distorsiones no nos llevan a ningún crecimiento personal, ni social, sino que bloquean totalmente la expansión.
Si nuestro “yo egoísta” no cae en ninguna de estas cuatro actitudes negativas, entonces nuestro “egoísmo” no es tóxico, no estamos siendo absorbidos por nuestra parte más primitiva.
Debemos fluir y trabajar en nosotros mismos para llegar a ese “egoísmo altruista” que nos exige amar al prójimo como a nosotros mismos.
Aprende a no dañar, acepta, haz el bien y todo fluirá armónicamente hacia ti.
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